Cuando llegan ciertas horas, siempre nos hacemos preguntas que parecen tener una respuesta rebuscada, pero sin embargo, todo tiene su explicación.
La primera respuesta que surge a esta pregunta, si alguna vez te la has hecho, es "para oxigenarlo", "para que tenga pompitas que da más gustico" y cosas así... pero ¿por qué esa necesidad de contacto con el aire?
Para ello tenemos que conocer los fundamentos de los sentidos del gusto y el olfato. Antes de saborear los alimentos y bebidas, las olemos. Esto es así gracias a unas células nerviosas que están "al fondo de las narices" que perciben las sustancias olorosas volátiles que desprenden esos alimentos (o las cosas en general), y lo comunican al cerebro (por eso cuando estamos resfriados no olemos nada, y la comida no sabe o sabe muy poco). Así, si la sensación es agradable, comeremos lo que sea sin reparo, pero si no es buena, es que a lo mejor "está pasado". Por tanto, si huele bien, sabrá mejor.
Tanto la sidra como el vino, permanecen inamovibles durante su periodo de fabricación. Como los compuestos aromáticos son volátiles (es decir, flotan o "levitan"), para que los podamos percibir necesitan estar en contacto con el aire ¿y qué mejor manera que verterlo en un recorrido largo? ¿o removerlo ligeramente y dejarlo reposar un rato en contacto con la atmósfera de la que estaba privado en la botella?. Pues sí, esta es la explicación final de la captura de aromas etílicos. Por eso una sidra bien escanciada sabe mejor, y sino, probadlo ;)
Foto: Primer plano a la cerveza (realizada por Pedro Castilla)
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