El día que ingresé en el Hospital
emocionada entré en mi habitación que aún no compartía con nadie.
Me puse esa bata tan sexi que te dan en los centros médicos y ni
corta ni perezosa me fui junto a mi hermana a inspeccionar las demás
plantas del edificio, con el aire de superioridad que da el tener puesta esas pulseras VIP (very important/ill person)
Detalle de las pulseras especiales.
Es curioso las obras de arte que
cuelgan en esos sitios ¿nadie se ha fijado? Por lo menos allí daban
un poco que pensar... El cuadro de Picasso del pintor y la modelo
lo tenían bastante repetido, y por otro lado también los había de
colores que siempre hacen cuestionarse el estado mental del artista.
Cuadro “El pintor y la modelo”
de Picasso.
En el piso superior nos cruzamos con un
hombre que llevaba un pijama verde un poco más sexi que mi bata, y
con una sonrisa le comenté “¡qué bonito pijama!”. En principio
pensé que sonrió para sí mismo, aunque ahora no estoy tan
segura...
Cuando volvimos a mi habitación,
estaban dos enfermeras furiosas (supongo que al final de su turno)
esperándome en la puerta y con cara de pocos amigos. Me riñeron por
no estar en el cuarto, pero en ningún momento me habían dicho que
no podía salir de él ¿no? ¿No existe ningún manual para el
enfermo recién ingresado? Porque esa debería de ser una de las
cosas que tendrían que estar escritas en él: No salir de tu
habitación bajo ningún concepto, y resaltado en negrita: no
enfadar nunca a las enfermeras que te tratan.
Enfermera "chechi", para alegrar la vista al lector.
La vía
obligatoria me la habían colocado enseguida (antes de la excursión)
con su respectivo saque de sangre para analizar... y ahora tocaba la
prospección a los demás orificios vitales. Yo siempre he sido
estreñida, de las que dicen “por detrás ni el bigote de una
gamba”, y mientras le explicaba esto a la enfermera que asía una
cuchilla para depilarme la zona barriguil, la otra enreaba cogiendo
otras cosas por detrás.
Se ve que no soy la única que lo piensa/pensaba. En La tostadora veréis esta camiseta tó mona.
Estas dos señoras
se debían pensar que todo paciente sabe lo que ha de hacer en cada
momento, porque les sorprendió que yo no supiera dónde sentarme o
cómo o qué tenía que hacer... Entretanto a la de la cuchilla yo le
comentaba que me había traído mi “Silk Epil” para depilarme lo
que hiciera falta (las cuchillas sólo te hacen crecer los pelos con
mucha fuerza, como si tuvieras barba, y encima luego pica ¿para qué
he estado tantos años depilándome si en un afeitado me estropean
tantos años de debilitamiento del vello?) pero fui demasiado lenta,
y ella afeitó lo que quiso afeitar sin más... Y en el descuido de
pensar ¡ay mis pelos! Ya la otra cogió su vaselina y sin ningún
cuidado me introdujo el enema por donde debía.
Claro está que en
esta situación te sientes totalmente invadida, dejas de tener la
elección de qué hacer con tu cuerpo... ¡Pero un poquito de cariño
no hubiera venido mal! Que ya de por sí es una experiencia algo
traumática... o al menos eso pensaba yo por el momento. Así que me
bajé del trono y me mandaron de nuevo a mi cuarto. Y yo, con mi
culino apretao fui lentamente a la habitación donde estaban mis
seres queridos, mascullando entre dientes que tenía toda la noche
libre para poder haberme depilado en vez de afeitado si me hubiera
dicho el área a quitar pelo...
Hago un inciso
para comentar, que aunque sea una tontería, el amor palia el dolor,
y está comprobado. Por eso cuando una madre le da carantoñas al
niño que se raspa las rodillas, a éste se le pasa más rápido el
llanto que a uno que no se la dan. Es curioso el cuerpo humano ¿no?
Y bueno, apreté
el culino todo el tiempo que pude, pero ese agua fría tenía que
salir por donde la habían metido, y me agarré al váter hasta que
la limpieza intestinal hubo concluído.
Sin embargo, ese
no era el único orificio que había que limpiar... Me trajeron un
botecito rosa que no era otra cosa que una ducha vaginal. Yo,
ignorante de mí (gracias a estar sana tantos años y menos mal) no
sabía el complejo mecanismo de funcionamiento que tan fácil decían
que era... Así que fui a preguntar. “Vete a tu cuarto” fue la
'amable' respuesta, y allí que me fui a esperar instrucciones... Y
la verdad es que no era tan difícil (sólo sacar el pirindolo blanco
para arriba), pero para esos casos, que pongan dibujitos como los de
IKEA, que mira que serán extranjeros, pero para montar los muebles
no hace falta nada más.
También me dieron
liquidito rosa (sí, muchas cosas rosas: los botes, las paredes, el
desinfectante... qué bonito el ala de maternidad) desinfectante para
el cuerpo y la boca, así que una desinfección completa del cuerpo
fue lo que tuve que hacer al día siguiente nada más levantarme.
Visión subjetiva, y ¡paredes rosas!
Mi primera cena... ¡Mmm, qué rico!
Probando las inclinaciones de la cama... Mi pá fue el que le dió a la manivela hasta casi convertirme en un sandwich aplastaíno XD
Probando las inclinaciones de la cama... Mi pá fue el que le dió a la manivela hasta casi convertirme en un sandwich aplastaíno XD
Esa noche mi madre
se quedó conmigo. Mi madre es de esas madres que tienen una
imaginación desbordada para los males fatales, y que más que
tranquilidad te ponen nerviosa histérica... Pero tras un suave
intercambio de ideas, consiguió evitar temas peliagudos y no ponerme peor de lo que
estaba, porque yo cuando llegué estaba muy tranquila, pero con el
paso de las horas y las trepanaciones, ya no lo estaba tanto.
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